Los días 17, 18 y 19 de abril, se celebró en la antigua localidad minera de La Unión la popular Feria de Minerales y Fósiles, que ya va por su vigesimoséptima edición, y a la que asistimos varios miembros de la asociación.
Como novedad destacaremos que se trasladó del Mercado Público al pabellón deportivo Ramón Solano, aspecto que contribuyó a darle más amplitud espacial al evento y a que los comerciantes valorasen el cambio de ubicación positivamente, aunque algunos se quejasen del calor reinante. El Mercado Público se quedaba pequeño para el elevado número de puestos de venta y la gran afluencia de visitantes. Pensamos que el traslado ha beneficiado tanto a los vendedores como al público, aunque algunos comerciantes manifestaron su incomodidad por tener que entrar por la misma pequeña puerta que el público.
Al principio de la Feria los visitantes tuvieron que acceder por una puerta de reducidas dimensiones que dificultaba la entrada y la salida, aunque por la gran afluencia de personas tuvieron que abrir otras puertas que facilitaron la operación. Esta falta de previsión por la organización podría haber convertido el local en una ratonera en caso de que se hubiera producido un accidente. Para próximas ediciones, tanto la organización como el Ayuntamiento, deberían prever ese supuesto y habilitar permanentemente puertas de entrada y salida que permitieran una rápida evacuación. Igualmente los aseos se podrían considerar insuficientes para tanta gente y esto los organizadores deberían tenerlo en cuenta.
Asimismo, se observó cierta improvisación a la hora de exponer los stands, ya que el primer día a la hora de apertura y cuando estaban entrando los visitantes todavía se estaban montando puestos, aspecto que pone en evidencia un problema de descoordinación.
Respecto a la calidad del material serrano expuesto, debemos apuntar que era bastante pobre y sin novedades destacables. Incluso las baritas azuladas que se ofrecían no tenían nada de original y eran similares a las que se presentaron hace unos años procedentes de la Concesión Templarios, aunque atribuidas erróneamente al Grupo San Jorge.
Muchos de los buscadores que exponían piedras para su venta en la Feria las mostraron de forma pobre y deslavazada, incluso sin etiquetado ni precio visibles, lo que pudo llegar a favorecer el aspecto cutre del evento.
Creemos que los organizadores deberían plantearse la posibilidad de sacar de una vez a los buscadores de la Feria dejándola exclusivamente para profesionales ya que estos, que además pagan impuestos y las altas en la Seguridad Social, contribuirían a elevar el nivel de la misma, al contrario que los buscadores ya que la mayoría, salvo muy escasas excepciones, aportan una imagen a la feria bastante negativa.
En la "sección maleteros", es decir la feria paralela que se hace en el aparcamiento donde los aficionados intercambian y venden piezas, hubo material para todos los gustos que generaron opiniones diversas aunque la mayoría favorables.
Entre el material extranjero, que en la actualidad es el que eleva el nivel de la Feria ya que la zona minera está muy agotada y no aporta minerales nuevos, había piezas muy buenas ofrecidas por profesionales como Jurado, Tesoros Naturales, Trencapedres, Antonio Álvarez o Juanjo Rico, entre otros, que tenían material diverso a precios variados aptos para todos los bolsillos.
Otro aspecto que nos llamó la atención fue el elevado porcentaje de bisutería, si cabe mayor que otros años, y por eso en el título de esta entrada, no sin cierto sarcasmo, la hemos rebautizado como "Feria de bisutería, minerales y fósiles". Entendemos que el mineral de colección se vende mucho menos y que los profesionales que proceden de toda España deben poder sobrevivir, pero nos causa una extraña sensación que la bisutería ocupe un lugar tan destacado en una feria que pretende ser referencia para el coleccionismo de minerales español.
En resumen, la Feria cada año que pasa decae un poco, sobra bisutería, faltan más ejemplares de calidad y sobran los buscadores cuyo espacio debe ser ocupado por profesionales.